Copiar, imitar, reproducir, calcar, apropiarse, estafar, copipeistear… por no decir plagiar. Con todas sus letras. “Un error de estilo”. “Es culpa del director de tesis, no del que la escribió (si es que escribió algo)”. “Fue un error de imprenta”. Sólo falta que salgan los de la imprenta a decir que su taller estaba embrujado y que todo se imprimió solo. ¡Qué tomadura de pelo! No hace poco soñé que me andaban buscando por escribir cosas políticamente incorrectas en Grosso Modo, que tenía que esconderme, que hasta me iban a matar, como a los tantos periodistas que se han quedado sin voz en Veracruz, o a los estudiantes y maestros desaparecidos, o a los que aparecen en las “fosas comunes” que ya son más comunes que el sentido común del cual al parecer los mexicanos carecemos. No está bien. Simplemente no está bien encontrar quince cuerpos en un hoyo y al otro día veinte y al otro día más y que se nos haga normal. No es normal. No es normal que un grupo de jóvenes desaparezca de pronto y que todos nos indignemos pero a  las dos semanas se nos olvide y no pase nada. Normalmente procuro no hablar de estos temas porque no me considero autoridad alguna o perfecta y completamente informada como para opinar, pero lo que quiero decir hoy no se trata de autoridades, se trata de una profesionista que se quemó las pestañas hasta el cansancio y se aprendió las normas de la APA y las cumplió cabalmente para que todos sus proyectos de investigación lucieran pulcros y fueran fidedignos. Se trata de sus colegas y amigos, que hicieron lo propio y, porqué no decirlo, se trata principalmente de aquellos que no lo hicieron: de esos que prefirieron el camino fácil, el de copiar y pegar y no molestarse si quiera en leer lo que presentaban, de esos a los que no les importa ostentar un título en la pared y no ser competentes para tratar a su paciente, o a su cliente, o a su estudiante, a quien quiera que le crea que estudió algunos años en una universidad  “de prestigio” y que por ese simple hecho está garantizado que tiene los conocimientos y las aptitudes necesarias para desempeñar su  profesión, cualquiera que ésta sea. Es verdad, siempre fui una ñoña, siempre fui de dieces, siempre quise ser perfecta, y lo lograba, al menos en lo académico (aunque eso ahora me tenga en terapia, harina de otro costal), por lo que en este tema sí me considero calificada para decir que no se vale, no  se vale ir por la vida haciendo trampas y saliéndose con la suya, hasta llegar a presidente. No se vale cometer masacres y hacerse de la vista gorda ante todas las pruebas de su ineptitud y dejarle irse de viaje mientras el país se nos cae a pedazos y nadie reacciona, porque los mexicanos somos tan chingones que nada nos afecta. A mí sí me afecta, me indigna, me molesta y me da asco ser parte de este circo que todos ven y nadie detiene. ¿A quié83000n hay que recurrir? ¿A quién le compete? ¿Quién es responsable de investigar, de dar un veredicto, de quitarle el título de licenciado y de presidente y de juzgarlo por todos los crímenes de los que ha sido responsable, directa e indirectamente? No sé quién es
esa persona, o esa institución, o si existe o si es igual o acaso peor de corrupta que él mismo, pero creo que, al menos en este tema, cualquiera que sí hayamos hecho la tesis como se debe, y citado como se debe, y estudiado como se debe, estamos afectados, y tenemos no sólo el derecho sino la obligación de exigir que algo pase, no podemos seguir así, ignorándolo todo, como él.